From Heaven to Earth: The Divine Origin of Anointing

Del Cielo a la Tierra: El Origen Divino de la Unción

Al explorar las profundas verdades de la unción en mi libro, La Novia Ungida (publicado en 2016), me impresionó el hilo divino que entrelaza esta práctica sagrada desde los reinos celestiales hasta el plano terrenal. El concepto de la unción, a menudo asociado con el aceite en las Escrituras, no es simplemente una tradición humana, sino una institución divina, originada en el corazón de Dios antes del comienzo mismo del tiempo. Al rastrear la cronología bíblica de la unción, descubrimos una historia que comienza con el querubín ungido en el cielo y se desarrolla a través de momentos clave de las Escrituras, revelando el propósito inmutable de Dios para su pueblo.

La Primera Unción: Lucifer, el Querubín Ungido

Antes de la formación de la tierra, antes de la existencia del tiempo, el Reino de los Cielos operaba en perfecta armonía bajo la autoridad de Dios. En esta estructura divina, una criatura sobresalía: Lucifer, el "Portador de Luz" o "Estrella de la Mañana", como se describe en Ezequiel 28:13-15. Era el querubín ungido, un título que conllevaba una inmensa autoridad, superado solo por Dios mismo. Su cuerpo celestial, adornado con piedras preciosas y creado como un instrumento musical para la adoración, irradiaba la gloria de Dios. El término "ungido" en su identidad significaba "resplandor", "riqueza" y "ser apartado" para el propósito de Dios: un nombramiento divino que solo podía provenir de Dios.

Como revela Ezequiel, Lucifer era el "sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura", hasta que el orgullo lo condujo a su catastrófica caída. Su deseo de exaltarse por encima de Dios, como se registra en Isaías 14:13-14, resultó en su expulsión del cielo, despojado de su nombre, identidad y unción. El juicio de Dios —"No habrá más tú hasta el eón" (Ezequiel 28:19, traducción literal)— marcó la humillación máxima, reduciendo al querubín ungido a un "don nadie" conocido como Satanás. Sin embargo, este momento establece una verdad crucial: la unción proviene de Dios. Es su iniciativa, arraigada en su autoridad, diseñada para apartar y empoderar para su gloria.

Unción en la Tierra: Del Edén a Betel

Aunque la Biblia no indica explícitamente cuándo se transmitió la unción a la tierra, su precedente celestial sugiere una profunda conexión. El Jardín del Edén, descrito como un reflejo del jardín celestial, pudo haber sido el primer escenario terrenal para la unción. Zacarías 4 y Apocalipsis 11 mencionan olivos en el jardín celestial, que simbolizan la unción y la luz. El aceite de oliva, piedra angular del aceite de unción bíblico, tiene un profundo significado espiritual, representando el proceso de entrega y la obra del Espíritu Santo.

Una pista fascinante surge después del Diluvio, cuando la paloma regresa a Noé con una hoja de olivo (Génesis 8:11), símbolo de paz y prosperidad. El mandato de Dios a Noé de «fructifica y multiplícate» evoca sus palabras a Adán en el Edén, insinuando la continuidad del propósito divino. Aunque algunos especulan que la hoja de olivo proviene del Árbol de la Vida, la Biblia guarda silencio al respecto, y debemos abordar estas ideas con cautela. Lo que sí está claro es que el aceite de oliva, fundamental para la unción, emerge como un símbolo recurrente de la presencia y la bendición de Dios.

El primer uso explícito del aceite de unción en las Escrituras ocurre con Jacob en Betel (Génesis 28:18; 35:9-15). Después de que Dios le cambiara el nombre a Israel y renovara la promesa de fecundidad, Jacob ungió con aceite una columna de piedra, marcando el lugar donde Dios le habló. Este acto, aparentemente instintivo, sugiere que la unción ya era una práctica reconocida, probablemente arraigada en la revelación divina. La Enciclopedia Judía señala evidencia en jeroglíficos egipcios de que el aceite de unción se usaba durante la estancia de José en Egipto, lo que respalda aún más su presencia temprana en la historia de la humanidad.

La continuidad divina de la unción

La unción que comenzó con Lucifer en el cielo encuentra su expresión terrenal a través del pueblo de Dios, culminando en la receta detallada del aceite de la santa unción en Éxodo 30:22-25. Esta mezcla sagrada, centrada en el aceite de oliva, refleja la misma autoridad divina que designó al querubín ungido. A diferencia de Lucifer, quien buscaba exaltarse a sí mismo, los ungidos terrenales de Dios —sacerdotes, reyes y profetas— fueron llamados a la humildad, y su unción se activó mediante la fe y la obediencia.

En La Novia Ungida , enfatizo que la unción no se trata del aceite en sí, sino del poder de Dios que obra mediante la fe. La caída de Lucifer sirve como un recordatorio aleccionador: la unción es un privilegio, no un derecho, y el orgullo puede arrebatársela. Sin embargo, el designio de Dios para la unción perdura, ahora confiado a su pueblo. Los dos querubines en el Arca de la Alianza (Éxodo 25:18-20), iguales en autoridad y belleza, simbolizan un nuevo orden: ninguna criatura puede reclamar la supremacía, y toda unción apunta a la gloria de Dios.

Un llamado a abrazar la unción de Dios

Como creyentes, estamos invitados a vivir en la unción que Dios ha ordenado, usando el aceite de unción a base de aceite de oliva como punto de contacto para la fe. Ya sea en oración por sanidad (Santiago 5:15) o en la consagración, esta práctica nos conecta con un legado divino que comenzó antes de los tiempos. Acerquémonos a él con humildad, dando la gloria a Dios y recordando la advertencia de la caída de Lucifer: solo quienes se humillan serán exaltados (Mateo 23:12).

Los invito a explorar esta práctica sagrada con más profundidad en La Novia Ungida , donde analizo las verdades bíblicas de la unción y su relevancia hoy. Que, como ungidos de Dios, hagamos brillar su luz y llevemos su presencia con reverencia y fe.

En la fe,
Robin Prijs

Fundador, LoveUnlimited Ministries

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